CAMPO: un aniversario más de la EMBLEMÁTICA Resolución 125 ¿porqué hace espejo en LA CÁMPORA?
Hilda Sosa WWW.ENTRERIOSNOTICIAS.AR
…una época signada por dos frases «mi voto es NO positivo»…»piquetes de la abundancia»…
Claramente, esos días que interpelaron a la ciudadanía argentina, fueron la punta de lanza de un vínculo sembrado desde la discordia y atravesado por una construcción de vaivenes, que hacen espejo, en nuestra contemporaneidad. Pero donde, más allá de aquello, la figura del entonces vicepresidente Julio Cobos, si bien cobró una relevancia inusitada, para los demás, no así lo fue para él y el gobierno que representaba, ya que fue el quiebre absoluto de su relación, con la entonces primer mandataria Cristina Fernández.
La imprevisibilidad de nuestro ser argentino, nos muestra la iconicidad de esta fecha
-Por un lado, el poder de entonces, enmarcado en la tríada conformada por Cristina Fernández de Kirchner como presidenta (hoy vicepresidenta); Alberto Fernández en la jefatura de gabinete (hoy presidente) y Martín Lousteau como ministro de economía (hoy en el Congreso de la Nación en filas radicales).
-Por el otro, décadas atrás, el 11 de marzo de 1973 el peronismo con Héctor J. Cámpora ganaba las elecciones presidenciales, iniciando un período complicado de la historia argentina y donde la economía cayó en un profundo pozo.
PERO…¿dónde se unen estas historias?
La aparición de la agrupación política kirchnerista «La Cámpora» en las rutas, para defender al gobierno de Cristina Kirchner fue una de las consecuencias de la Resolución 125.
Si bien la agrupación nació cuando Néstor Kirchner, ya presidente, el 28 de diciembre de 2006 recibió de la familia Cámpora los atributos presidenciales del ex presidente Héctor Cámpora junto a un grupo de jóvenes militantes kirchneristas; el plan de lucha de la agrupación comenzó el 15 de marzo, cuando intentó despejar sin éxito algunas rutas bloqueadas en la provincia de Buenos Aires.
Cronología de LA 125…129 días de conflicto
Corrían las horas nocturnas de aquel 11 de marzo del 2008; cuando el entonces ministro de Economía, Martín Lousteau, anunció la Resolución 125 que elevaba la alícuota de retenciones al sector agropecuario; firmada aquella, por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández, como Jefe de Gabinete.
A partir de allí, tal determinación, hizo espejo en un conflicto “gobierno vs campo”, que no sólo duró 129 días; sino que claramente hizo raigambre, en un vínculo que no ha logrado sanar.
El 12 de marzo de 2008 comenzó una huelga de comercialización de granos, anunciada por la Mesa de Enlace Agropecuaria que agrupaba a las cuatro principales entidades del campo (Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas, Federación Agraria Argentina y Coninagro). Como explicaron luego los dirigentes, los unió el espanto.
Luego vinieron los cortes de ruta, las movilizaciones, los cacerolazos en la Ciudad de Buenos Aires, las contra-marchas K (con Luis D’Elía y Guillermo Moreno reconquistando la Plaza de Mayo).
Todo tuvo un final de película la madrugada del 18 de julio en el Congreso, con una votación empatada en el Senado. El voto decisivo y no-positivo fue del vicepresidente Julio Cobos, parte del “radicalismo K”, no apoyó la medida y provocó una derrota política contundente del kirchnerismo.
Con la medida tomada por Casa Rosada, el sector agropecuario llamó al paro. Una semana después, el Gobierno fue tajante: “No va a haber cambios”, dijo Lousteau. Las movilizaciones y los cortes de ruta en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba eran inocultables. Comenzó un fuerte desabastecimiento en las grandes ciudades. Uno de los grandes errores fueron las frases desafortunadas, que calaron hondo en el agro. El 25 de marzo, Cristina condenó la protesta y se refirió a ellos como los “piquetes de la abundancia” y aseguró que no se iba a dejar “extorsionar”. En Buenos Aires estallaron los “cacerolazos” en reacción al discurso y sectores afines al oficialismo, se manifestaron en la Plaza de Mayo para “evitar un golpe de Estado”, como lo definió Luis D’Elía. La situación estaba cada vez más tirante. El Gobierno se negaba a modificar la medida y el sector agropecuario a abandonar los piquetes y bloqueos.
A fines de marzo finalmente se habilitó una mesa de diálogo, pero ante la falta de acuerdos, los productores volvieron a las rutas.
El 2 de abril levantaron los cortes para negociar por 30 días, sin embargo, los parches y medidas para calmar las aguas no llegaban a la cuestión de fondo, la famosa resolución 125.
El conflicto comenzó a mutar y de ser meramente impositivo tuvo un viraje político-ideológico. El Gobierno judicializó el asunto y denunció a las entidades del campo por “violar las leyes de abastecimiento y seguridad” e “impedir el normal funcionamiento del transporte”.
El 25 de abril renunció Lousteau y asumió Carlos Fernández, un dirigente de bajo perfil. La economía quedó completamente supeditada a la política. Recién el 19 de mayo volvieron a encauzarse las negociaciones, aunque no se llegó a un acuerdo, con más de 60 días de conflicto. Con el correr de los días, la pelea fue el único tema a discutir en la Argentina y el PJ acusó al campo de “golpista”. La dirigencia agropecuaria reaccionó ratificando el paro de granos y sumó la interrupción en el envío de ganado a Liniers. Al judicializarse el conflicto, comenzaron las detenciones.
El 30 de mayo arrestaron a 8 ruralistas por los cortes en las rutas y el sábado 14 de junio, la Gendarmería hizo lo mismo con Alfredo de Angeli en Gualeguaychú, aunque solo duró unas horas preso. El dirigente rural era uno de los hombres más importantes del conflicto. Ese fin de semana los cacerolazos llegaron a la Quinta de Olivos y el expresidente Néstor Kirchner participó de una manifestación oficialista en Plaza de Mayo.
Julio Cobos, vicepresidente de entonces, recomendó al Gobierno la participación del Congreso en la búsqueda de una solución, algo que aceptó Cristina el 17 de junio, al anunciarlo por cadena nacional.
En la Cámara de Diputados, la batalla la ganó el oficialismo que aprobó el proyecto de ley de retenciones 129 a 122. El final fue de película. El 17 de julio, tras un debate de 18 horas, Cobos tuvo que desempatar la votación. El mendocino rechazó el proyecto: “Mi voto no es positivo”, dijo. Un día después, el gobierno derogó la resolución…claramente esa madrugada argentina, fue el inicio de una herida que aún no encuentra su cauce.