Alzamiento Carapintada en Argentina
El 13 de Abril de 1987, durante la Presidencia de la Nación Argentina del Doctor Don Raúl Ricardo Alfonsín, comenzó el “Alzamiento Carapintada de Semana Santa” en el país.
Desde finales de 1985, habían concluido los notorios “Juicios Históricos a las Juntas” que habían llevado a la detención y condena de los principales responsables del último Golpe de Estado en aquel país, producido en 1976.
Los procesos legales contra otros responsables menores de la represión continuaron. Un caso resonado fue el del Mayor Ernesto Barreiro, «un elemento de la inteligencia militar con participación activa en la represión al movimiento obrero en Córdoba, que se negó a prestar declaración, bajo los cargos de tortura y asesinato que se le imputaban, por lo que la policía recurrió a la detención en su domicilio. Acto seguido, varios cuerpos militares comenzaron una serie de acuartelamientos como protesta y amenazaron con tomar las armas si no cesaban los juicios a sus superiores».
La oleada de sublevaciones alcanzó la base de Campo de Mayo. Allí, el Teniente Coronel Aldo Rico «comenzó un levantamiento de grandes proporciones» cuyos soldados, con los rostros pintados, fueron apodados por la prensa como “Carapintadas”.
Los militares sublevados pedían el final de los juicios y una rápida resolución de los que esperaban su proceso, puesto que en caso contrario amenazaban con tomar las armas y romper la frágil democracia reinstaurada en 1983.
Paralelamente, el Doctor Don Alfonsín «recibió la solidaridad y el apoyo de gran parte del Pueblo argentino», que salió a colocarse frente a los cuarteles al grito de: “Sí no respetan las instituciones, los cuarteles les vamos a quemar”. Decenas de miles de argentinos llenaron las plazas públicas en apoyo al Presidente y la democracia, por lo que los militares se vieron cercados y sin el consenso popular esperado.
En ese contexto, el Doctor Don Alfonsín «optó por llevar a cabo una negociación personal con Aldo Rico y sus Carapintadas». En pocas horas, el Presidente de la Nación, acompañado solo por su reportero personal, «ingresó en Campo de Mayo y se entrevistó con los sublevados, con el riesgo de ser tomado como rehén o incluso recibir algún disparo».
La tensión crecía, al no tenerse noticias del Primer Mandatario Argentino, «mientras todas las fuerzas políticas del país: el Peronismo, el Radicalismo, el Socialismo, la Democracia cristiana, el Partido Intransigente, los Demócratas Progresistas y el Partido Comunista daban su apoyo contundente al Presidente y el sostén de la democracia». Tras varias horas de negociación, el Doctor Don Alfonsín «consiguió que los Carapintadas bajen las armas, bajo la promesa de cesar momentáneamente las nuevas causas contra los subordinados de los grandes nombres de las Juntas militares que gobernaron entre 1976 y 1983».
Al terminar la reunión, el Doctor Don Alfonsín «salió del predio y fue acompañado por varios referentes políticos del país, entre ellos el Gobernador Bonaerense y dirigente peronista Antonio Cafiero.
El Presidente «retornó a la Casa Rosada donde, aclamado por decenas de miles de personas en la Plaza de Mayo», emitió sus célebres palabras: “¡Argentinos! La casa está en orden, Felices Pascuas!”.
De Un día como hoy en la Argentina.
(Con información del Profesor Damián Reggiardo Castro)