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«Agradezco eternamente a mi madre Josefa Solórzano que tanto me acompañó y apoyó» profesora María del Huerto Pedemonte

Cine Teatro Victoria fue el epicentro de un nuevo Festival de Danzas del estudio de María del Huerto Pedemonte. Casi seis décadas acompañando a generaciones desde la danza. Su historia, su vida y su talento.

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Hilda Sosa WWW.ENTRERIOSNOTICIAS.AR

(Videos al pie del texto)

«No te des por vencido, ni aun vencido, no te sientas esclavo, ni aun esclavo; trémulo de pavor, piénsate bravo y arremete feróz, ya mal herido. Ten el tesón del clavo enmohecido que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo…»

Implacables versos aquellos del poeta Almafuerte, que bien hacen espejo en la vida de María del Huerto Pedemonte de Rourich, directora de la icónica Escuela Superior de Danzas, que porta su nombre y que claramente ya es parte de la idiosincracia victoriense, quien con casi seis décadas ya está en las «páginas» de la historia de la danza en Las Siete Colinas.

Hablar de ella es hablar de parte de la historia contemporánea de Las Siete Colinas, con casi seis décadas dedicada a la enseñanza de danza, María del Huerto Pedemonte, ha sabido sembrar y cosechar desde su estudio talentos por doquier; ese mismo al que se llega a través de una larga escalera donde suelen verse desde hace casi seis décadas niñas y adolescentes portando ansiosas sus zapatillas de ballet.

Empinada escalera aquella, transitada por muchas generaciones victorienses que supieron albergar en sus corazones esas enseñanzas definidas por la ductilidad de los movimientos etéreos del ballet, jazz y danza contemporánea.

«El tributo a su madre Josefa Solórzano»

La punta de lanza de este presente de María del Huerto Pedemonte y su Escuela Superior de Danzas data del año 1965, cuando aquella entonces jóven entre sueños y realidades comenzó a pisar suelos y escenarios con sus «ballet shoes»; si bien sostenida en su talento, fundamentalmente acompañada y sostenida de la mano de su madre, la recordada Josefa Solórzano, popularmente conocida como Pepita, noble mujer de gran fortaleza quien muy jóven quedó viuda a cargo de sus cuatro hijos (Juan Francisco -odontólogo, fallecido-; José Germán .médico- hoy vive en Rosario; Raúl Antonio -prestigioso y reconocido locutor, periodista- quien hoy también vive en Rosario y supo ser la voz insigne de los carnavales en las décadas del setenta, ochenta y noventa y María del Huerto, la menor.

De hecho así recordaba emocionada a su madre en diálogo con nuestro medio, «hoy justamente que es el Día de la Madre le agradezco eternamente a ella que tanto me acompañó y apoyó en todas las decisiones de mi vida, este día de festival es un tributo a ella».

Seis décadas de estudio, danza, ballet y festivales

Amén de recordar sus años de estudios, realizados en primera instancia en Las Siete Colinas, donde venían docentes de Concepción del Uruguay y Paraná, para luego irse a la Cuna de la Bandera, sellando esa etapa en el estudio de Jorge Ibáñez y Marta Subiela; destacó que el primer festival que realizó, fue en el año 1967 y a partir de allí si bien con alguna intermitencia en el medio, los continuó hasta la actualidad, visibilizando así en su relato cincuenta y siete años de trayectoria.

Este fin de semana, los días 19 y 20 de octubre realizó el festival anual de su Escuela Superior de Danzas, donde hubo dos presencias estelares; su hija la reconocida bailarina Sol Rourich y el bailarín Benjamín Parada, ambos integrantes del sstaff del Teatro San Martín de Buenos Aires.

«Cada festival es desgastante, pero es apasionante, es un estímulo de vida maravilloso, es trabajar, es hacerlo con ganas y poder compartirlo más aún» enfatizó, subrayando en su relato la valiosa presencia de su equipo de trabajo, conformado por las profesoras Laura Albornóz, María Florencia Terraza, Daniela Nichea y Gisella Nicolina Ceballos; la vestuarista María Fernanda Gonzálvez y demás personas que hicieron posible el evento, como el sonidista Jorge Alejandro Isaac, » somos alma y pasión de ésto que estamos por mostrar».

La danza en el tiempo

«La danza en sí es muy linda, pero la danza clásica es difícil, el arte produce una gran satisfacción, es algo de adentro del corazón, del sentir. Las criaturas al principio lo hacen como algo común, pero realmente yo creo que cuando uno termina esa etapa, esa trayectoria de nueve años que es la escuela de danza, es cuando realmente se toma conciencia de la técnica de la danza, nueve años es suficiente para darse cuenta que la danza es belleza, es estética, es difícil».

-¿Cuándo vos te das cuenta que una niña tiene un talento y que tiene proyección para la danza?

-En el acto, lo que pasa es que a veces las que lo tienen, por más que uno les diga, dejan o no, o porque no encontraron su faceta en ese aspecto, porque hay que ser muy voluntariosa, la danza tiene ese vestir y desvestir, el rodete, no el pelo en la cara y entonces la juventud está mucho con sus pelos largos, al aire, yo les digo acá no es la rural con la cola de caballo.

«El fruto no cae lejos del árbol«

Si alguien ha sabido tomar el legado de María del Huerto, es su hija Sol, hoy en día reconocida en su expertise a nivel nacional e internacional, claro orgullo victoriense integrante del staff del Teatro San Martín de Capital Federal; quien además este último verano, portó y engalanó con su nombre la edición 2024 de las Noches de Momo.

«Sol es una bailarina reconocida, está en uno de los teatros más importantes del país. siempre digo que en la vida lo mejor es el factor suerte; yo siempre me di cuenta, las profesoras que venían de Rosario a tomar mis exámenes me decían Sol tiene que ir a Buenos Aires, una vez la llevé. Cuando terminó acá su secundario ahí fue cuando decidió, mamá yo voy a hacer danza» comentó, agregando a su relato que cuando la bañaba ya notaba que los pies y el cuerpo de su hija hablaban.

Incluso extendió su alocución a los padres en general, ya que la presencia de ellos en el camino y transitar de quienes hacen arte es fundamental, «lo que tenemos que lograr es que la juventud dé con más pasión las cosas, que uno lucha, pero somos jóvenes también, después de ese trayecto de nueve años, es cuando, ahí creo que se dan cuenta porque tengo alumnas que han terminado, que han regresado después de su carrera en la universidad y bueno, ya es otra cosa, ya estás hablando en otro lenguaje».

Al finalizar expuso su vínculo con la ciudad de Victoria, «parte de mi vida es la danza, la mitad de mi vida es la danza, agradezco a la gente que me acompaña, los que han confiado en este espacio, al alumnado y nada más que decirles que hay mucha pasión, muchas ganas, y sin ésto, sin estímulo en la vida, no llegamos. Entonces decirles a todos gracias, gracias y gracias».

Su prolífica vida supo «dar y recibir», en un camino desandado junto a su marido Gustavo Rourich, sus hijos Juan Francisco, María Victoria y Sol y seis pequeños caballeros, herederos de una abuela que les está dejando una cosecha promisoria, como ejemplo de perseverancia. (VIDEO ENTREVISTA)

Tangos flamencos, bailan; Alarcón Elena, ALbornóz Valeria, Brassesco Liliana, Broin Lía, Bultinch Clarisa, Gaioli Eliana, Mostafá Isabel, Otegui Luz, Pedemonte María del Huerto, Solórzano Zulema, Vicari Paula y Zabala Julieta.

Algo del Festival anual de Danzas

Contemporáneo NANA TRISTE

Bailan: Albornóz laura, Anghilante María Emilia, Bejariel Candelaria, Fernánez Carolina, Guridi Lucía, Muñóz Victoria, Terraza María Florencia y Vitullo Agustina.

«SOL POR DOS» Sol Rourich interpretando Alfonsina y el Mar y junto a su pareja de baile Benjamín Parada

Final del festival «agradezco a todo mi equipo y a la presencia de todos ustedes»

Fotogalería

2 comentarios

  1. Querida Oli, que buen trabajo realizas de todo lo que ocurre en nuestra ciudad. Que buenas son tus notas y que excelente descripción de cada momento por el que realizas un trabajo.
    Haces que cada uno de nosotros viva la experiencia como si estuviésemos ahí, y nos acercas al «pueblo» de manera gratificante.

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