Interés General

Día del Sacerdote «esperamos caminar junto al pueblo de Victoria…» nos decían al llegar en 2023

Compartir Nota

Hilda Sosa WWW.ENTRERIOSNOTICIAS.AR

Cada 4 de agosto la Iglesia Católica celebra a San Juan Bautista María Vianney (1786-1859), el Santo Cura de Ars, patrono de todos los sacerdotes, de manera especial, de aquellos que sirven como párrocos.

En Victoria son muchos sacerdotes que han acompañado el crecimiento de «la Matanza» a lo largo de su construcción ciudadana; pero bien vale destacar en este día a quienes desde el mes de febrero del año 2023 están a cargo del clero local, los sacerdotes Marcelo Carraza, Milton Senestrari y Maximiliano Vanerio, acompañados por el Diácono Permanente Carlos Paniagua.

Desde ENTRERIOSNOTICIAS.AR oportunamente en distintas ocasiones, dialogamos con los tres presbíteros, quienes comentaron a nuestro medio no sólo los albores de sus respectivos caminos de vida dentro de la Iglesia Católica, sino el espíritu que los movilizó al arribar a nuestro suelo; por lo que bien vale traer a escena y recordar aquellas entrevistas que les definen; en este día que enaltece el servicio que les atraviesa.

Padre Marcelo Carraza «más que esperar de Victoria espero de mí y de quienes me acompañan, Maximiliano y Milton…»

Ordenado en el mes de agosto de 1999 y conocido en la jerga clerical y la comunidad gualeguaychuense, por su sapienza y recorrido dentro de la dirección espiritual, tanto dentro como fuera del Seminario María Madre de la Iglesia, perteneciente a la Diócesis de Gualeguaychú, el Padre Marcelo Carraza ha sabido ganarse el respeto de la ciudadanía victoriense por su inteligente escucha y consecuente guía.

En el mes de febrero del 2023, recién llegado a nuestra ciudad para llevar adelante el rol que hoy le cabe, dialogaba con nuestro medio, exponiendo la expectancia que le embargaba por su nuevo caminar en Las Siete Colinas. (VIDEO)

Padre Milton Senestrari «un alma de esencia misionera que siempre buscó a Dios…»

Nacido al sureste de la provincia, en Villa Paranacito, cabecera del departamento Islas del Ibicuy y con un vida religiosa sentida desde un costado misionero, el Padre Milton Senestrari el 29 de noviembre del 2023 celebraba en Parroquia San Roque de Montpellier su cuarto aniversario sacerdotal.

Ese día, luego de la pertinente celebración diálogo con nuestro medio y comentó que de pequeño a sus 6 años de edad, partió a la ciudad de Gualeguaychú, donde se radicó junto a su familia, transitando en esa importante urbe su vida, hasta ingresar al Seminario María Madre de la Iglesia a los 17 años y ordenándose el 29 de noviembre de 2019. (VIDEO)

Padre Maximiliano Vanerio «un sacerdote y una psicopedagoga fueron mis dos primeros guías…»

Oriundo de la popularmente conocida «Basso», ubicada sobre los rieles en el centro de la provincia y segunda en importancia del departamento Uruguay, el Padre Maximiliano Vanerio previo recorrido por los claustros universitarios, eligió el camino de Dios, algo que no fue fácil a nivel intrafamiliar, según el mismo relató a ENTRERIOSNOTICIAS.AR en esos primeros tiempos en Victoria.

«La vocación se me presentó cuando estaba estudiando Veterinaria en la Facultad de Esperanza…en un momento hice con una psicopedagoga un test vocacional y le preguntaba porqué no se me presentó antes…» indicó, para luego aseverar que la respuesta que llevaba en su corazón, claramente hacía espejo en el cotidiano con sus compañeros de estudios, a quienes les veía una pasión por la temática, que él no tenía.

«Cuando dije a mis padres que no quería seguir estudiando, mientras discernía mi camino sacerdotal, en ese momento, mi casa fue Hiroshima y Nagasaki..» dijo entre risas, pero con profundo respeto, haciendo un parangón con los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, que los norteamericanos lanzaron otrora contra Japón. Momentos aquellos de claro constructo personal, que lo llevaron a su firme presente. (VIDEO)

¿Quién fue San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars?

En 1806, el cura de Ecully, M. Balley, abrió una escuela para aspirantes a eclesiásticos, y Juan Bautista María Vianney fue enviado a ella. Aunque era de inteligencia mediana y sus maestros nunca parecen haber dudado de su vocación, sus conocimientos eran extremadamente limitados, limitándose a un poco de aritmética, historia, y geografía, y encontró el aprendizaje, especialmente el estudio del latín, excesivamente difícil. Uno de sus compañeros, Matthias Loras, después primer obispo de Dubuque, le ayudaba en sus lecciones de latín.

Pero ahora se presentó otro obstáculo. El joven Vianney fue llamado a filas, al haber obligado la guerra de España y la urgente necesidad de reclutas a Napoleón a retirar la exención que disfrutaban los estudiantes eclesiásticos en la diócesis de su tío, el Cardenal Fesch. Matthieu Vianney intentó sin éxito procurarse un sustituto, de modo que su hijo se vio obligado a incorporarse. Su regimiento pronto recibió la orden de marchar.

La mañana de la partida, Juan Bautista María fue a la iglesia a rezar, y a su vuelta a los cuarteles encontró que sus camaradas se habían ido ya. Se le amenazó con un arresto, pero el capitán del reclutamiento creyó lo que contaba y lo mandó tras las tropas. A la caída de la noche se encontró con un joven que se ofreció a guiarle hasta sus compañeros, pero le condujo a Noes, donde algunos desertores se habían reunido.

El alcalde le persuadió de que se quedara allí, bajo nombre supuesto, como maestro. Después de catorce meses, pudo comunicarse con su familia. Su padre se enfadó al saber que era un desertor y le ordenó que se entregara pero la cuestión fue solucionada por su hermano menor que se ofreció a servir en su lugar y fue aceptado.

Juan Bautista María Vianney reanudó entonces sus estudios en Ecully. En 1812 fue enviado al seminario de Verrieres; estaba tan mal en latín que se vio forzado a seguir el curso de filosofía en francés. Suspendió el examen de ingreso al seminario propiamente dicho, pero en un nuevo examen tres meses más tarde aprobó.

El 13 de Agosto de 1815 fue ordenado sacerdote por Monseñor Simon, obispo de Grenoble. Sus dificultades en los estudios preparatorios parecen haberse debido a una falta de flexibilidad mental al tratar con la teoría como algo distinto de la práctica – una falta justificada por la insuficiencia de su primera escolarización, la avanzada edad a la que comenzó a estudiar, el hecho de no tener más que una inteligencia mediana, y que estuviera muy adelantado en ciencia espiritual y en la práctica de la virtud mucho antes de que llegara a estudiarla en abstracto.

Fue enviado a Ecully como ayudante de M. Balley, quien fue el primero en reconocer y animar su vocación, que le instó a perseverar cuando los obstáculos en su camino le parecían insuperables, que intercedió ante los examinadores cuando suspendió el ingreso en el seminario mayor, y que era su modelo tanto como su preceptor y protector.

En 1818, tras la muerte de M. Balley, Vianney fue hecho párroco de Ars, una aldea no muy lejos de Lyon. Fue en el ejercicio de las funciones de párroco en esta remota aldea francesa en las que el «cura de Ars» se hizo conocido en toda Francia y el mundo cristiano. Algunos años después de llegar a Ars, fundó una especie de orfanato para jóvenes desamparadas.

Se le llamó «La Providencia» y fue el modelo de instituciones similares establecidas más tarde por toda Francia. El propio Vianney instruía a las niñas de «La Providencia» en el catecismo, y estas enseñanzas catequéticas llegaron a ser tan populares que al final se daban todos los días en la iglesia a grandes multitudes.

«La Providencia» fue la obra favorita del «cura de Ars», pero, aunque tuvo éxito, fue cerrada en 1847, porque el santo cura pensaba que no estaba justificado mantenerla frente a la oposición de mucha buena gente. Su cierre fue una pesada prueba para él.

Pero la principal labor del Cura de Ars fue la dirección de almas. No llevaba mucho tiempo en Ars cuando la gente empezó a acudir a él de otras parroquias, luego de lugares distantes, más tarde de todas partes de Francia, y finalmente de otros países. Ya en 1835, su obispo le prohibió asistir a los retiros anuales del clero diocesano porque «las almas le esperaban allí».

Durante los últimos diez años de su vida, pasó de dieciséis a dieciocho horas diarias en el confesionario. Su consejo era buscado por obispos, sacerdotes, religiosos, jóvenes y mujeres con dudas sobre su vocación, pecadores, personas con toda clase de dificultades y enfermos. En 1855, el número de peregrinos había alcanzado los veinte mil al año.

Las personas más distinguidas visitaban Ars con la finalidad de ver al santo cura y oír su enseñanza cotidiana. El Venerable Padre Colin se ordenó diácono al mismo tiempo, y fue su amigo de toda la vida, mientras que la Madre Marie de la Providence fundaba las hermanas auxiliadoras de las ánimas del purgatorio por su consejo y con su constante aliento.

Su dirección se caracterizaba por el sentido común, su notable perspicacia, y conocimiento sobrenatural. A veces adivinaba pecados no revelados en una confesión imperfecta. Sus instrucciones se daban en lenguaje sencillo, lleno de imágenes sacadas de la vida diaria y de escenas campestres, pero que respiraban fe y ese amor de Dios que era su principio vital y que infundía en su audiencia tanto por su modo de comportarse y apariencia como por sus palabras, pues al final, su voz era casi inaudible.

El 3 de Octubre de 1874 Juan Bautista María Vianney fue proclamado Venerable por Pío IX y el 8 de Enero de 1905, fue inscrito entre los Beatos. El Papa Pío X lo propuso como modelo para el clero parroquial.

(Nota: En 1925, el Papa Pío XI lo canonizó. Su fiesta se celebra el 4 de Agosto)(Fuente biografía Santo Cura de Ars, Aci Prensa)

Comentar Noticia

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba