Interés General

“El bronce no aplaude, los reconocimientos deben hacerse en vida”

Un relato que habla del agradecimiento de un inquieto adolescente, ex alumno del Instituto John Fitzgeral Kennedy, Luis Rutilio Oviedo, a su ex rectora Necha Navoni de Ramos. El pedido para que la declaren Ciudadana Ilustre

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Hilda Sosa WWW.ENTRERIOSNOTICIAS.AR

“Vos sos esa dulce canción de la edad… de la edad que ya se fue, por eso vine otra vez para darte la lección,,,:que cuanto me has enseñado lo llevo en el corazón…”

Versos aquellos que engalanan el popular poema lunfardo del cantautor Héctor Gagliardi y que bien hacen espejo en nuestra historia de vida, atravesada e interpelada por el reconocimiento y aprecio de un alumno a su profesora.

Todo comenzó allá por la década del ochenta, cuando Luis Rutilio Oviedo recorría desde su ser adolescente intrépido, perspicáz y sagaz las aulas del Instituto John Fitzgerald Kennedy, establecimiento éste que pertenecía a la Abadía del Niño Dios, definido por una pequeña población escolar, lo que lo difería de los demás.

Paredes de San Benito aquellas que contuvieron muchas generaciones de adolescentes guiados por un importate staff docente, entre los que se encontraba la primero profesora y luego Rectora por casi cuatro décadas, Manuela Navoni de Ramos, alias Necha, quien impregnó con tanto cariño, contención y respeto el transitar de muchos jóvenes, que al día de hoy, algunos de ellos como Rutilio, tal como ella le llamaba, trabaja para que su nombre sea reconocido en vida.

“Aquí fui felíz…”
Luis Rutilio Oviedo ingresó al Instituto John Fitzgerald Kennedy en la década del sesenta, lugar que supo sembrar en su corazón el reconocimiento por aquellas personas que le contuvieron y guiaron; “Necha fue primero mi profesora y luego rectora, siempre se ponía de nuestro lado, incluso teniendo discusiones con otras profesoras por nuestro comportamiento, siempre nos defendía” recordó entre risas, pero con un dejo de nostalgia por ese cobijo recibido.

De hecho, pasado el tiempo, un día de marzo del 2015, siendo ya un hombre afincado en San Nicolás y después de haber sido parte del staff laboral de SOMISA, empresa siderúrgica con mayoría accionaria estatal, que fuera intervenida en la década del noventa, bajo el expertise de la recordada María Julia Alsogaray; volvió a Victoria para festejar la fiesta del quincuagésimo aniversario del instituto abacial, siendo tan grande su expectancia y necesidad de reconocimiento al lugar y docente de los que recibió atención, cariño y reconocimiento, que hizo hacer una placa con la leyenda “Aquí fui feliz”.

Amén de que cuando llegó al lugar de festejo y después de décadas, al reencontrarse con su respetada ex rectora “Necha”, ella le dijo “Rutilio, estaba tan segura que ibas a venir, que era como si te hubiese estado esperando”.

Una docente “lazarillo”
Manuela Elisa Inés Navoni de Ramos, Necha, se recibió de Maestra Normal Nacioanl en 1953, en la Escuela Provincial Superior Osvaldo Magnasco, cursando a posteriori en el Instituto del Profesorado de Santa Fe, el área de Ciencias Biológicas, cuando dicha carrera se cursaba en el Colegio Nuestra Señora del Calvario, en la capital santafesina, obteniendo su título en el 22 de marzo de 1960 e iniciándose con pocas horas en Escuela Normal, para luego al corto tiempo, dar clases en todos los establecimientos educativos del departamento, gracias a la bonomía y calificación del título obtenido.

El 13 de marzo de 1967 ingresó al equipo docente del Kennedy, en la cátedra de Anatomía y el 16 de marzo de 1970 las autoridades abaciales la nominaron en rectoría, rol que ocupó hasta el año 2000. Al unísono desde 1970 hasta 1986 se desempeñó en el Nivel Terciario, como docente de Didáctica de las Ciencias Biológicas.

“En alguna oportunidad ante una pelea que hubo entre dos alumnos, discutí con la preceptora y hablando frente a ellos, les dije que se perdonasen y les hice entender que no hay que hacer a los otros lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros, es más les hice dar un abrazo y les dije no quiero que sean enemigos acá en el colegio” relató Necha, recalcando que su objetivo siempre fue defender a los alumnos.

“Los chicos en edad escolar se están formando y yo siempre consideré que los docentes tenemos la responsabilidad de formarlos como personas, ya que ellos vienen llenos de problemas y si la escuela no los atiende ¿dónde van a ir?, si hoy en día las familias están destruidas” dijo contundente.

Una anécdota que define aquel escenario
Oportunamente la promoción a la que pertenecía Luis había organizado un evento, donde invitaron para amenizar la velada a un reconocido grupo musical de entonces, oriundos de la Costa del Uruguay; pero el resultado del mismo no fue el esperado, ya que sólo vendieron 15 entradas.

Finalizado el mismo, el representante de los músicos quiso cobrar lo supuestamente estipulado con los adolescentes, cifra que no tenían; generándose en consecuencia una situación verdaderamente tensa y adversa, que los jóvenes no supieron manejar.

Los alumnos, no sólo acudieron a la ayuda siempre presente de la rectora Necha, sino que hasta tuvo que intervenir el Juez de Paz de la ciudad de Victoria de entonces, Dr. Eduardo Lorenzo, asesorándolos y llevándoles tranquilidad.

“Nuestro nombre de fantasía para el contrato fue LURIJU, que eran los nombres de tres compañeros del curso, Luis Lencioni, Ricardo Casanova y Julio Trossero; pero recuerdo que cuando estábamos en esos días complicados por lo acaecido, un día la rectora Necha vino al aula para preguntarnos de que se trataba esa sigla LURIJU y nosotros le dijimos que significaba Luz, Risa y Juventud” recordó entre risas Oviedo.

Un merecido reconocimiento
Aquella etapa de vida caló tanto en el sentir de Luis, que se prometió a si mismo hacer algo para que el nombre de la querida Necha, sea reconocido en vida, ya que su apoyo y acompañamiento a varias generaciones que pasaron por el Kennedy fue férrea e implacable.

En el mes de abril del año pasado, Oviedo se comunicó al Concejo Deliberante de Victoria para saber cómo hacer para que Necha sea declarada Ciudadana Ilustre, por lo que le indicaron hacer previamente una nota explicativa: (texto)
“Buenas tardes, por la presente solicito al HCD puedan y quieran tratar en tablas la solicitud de nombrar como ciudadana Ilustre a la Sra. Necha NAVONI de RAMOS por su compromiso con la docencia como profesora primero y como directiva después, sin temor a equivocarme creo que varios de los Ediles que hoy conforman el concejo fueron alumnos de ella o conocen su limpia trayectoria en el Ámbito Educacional y como vecina de nuestra querida ciudad. Hoy cuenta con ocho largas décadas de vida y su lucidez es tan brillante como cuando fuimos sus alumnos y particularmente pienso que sería un acierto para su persona y ejemplo para quienes han apostado a la docencia como forma habitual de vida.
Desde ya muchísimas gracias por su atención eternamente agradecido.
Sin otro particular hago propicia la oportunidad para saludar a Uds. muy atentamente”.

De inmediato recibió como respuesta el texto de la Ordenanza 3492, que habla de Reconocimientos y Distinciones, deduciendo del mismo Oviedo, que el que cabría en las intenciones que le interpelan a él, sería la que describe el artículo 4:
“ARTICULO 4º)- La distinción de “Ciudadano/a ilustre de la ciudad de Victoria” podrá ser otorgada mediante ordenanza del Concejo Deliberante del Municipio de Victoria, aprobada por los dos tercios de los miembros del cuerpo.
Podrán recibir la distinción personas físicas, argentinas, nacidas en la ciudad de Victoria o que hayan residido en ella durante 10 años como mínimo y que se hayan destacado por su obra o por su trayectoria en forma sobresaliente, desarrollada en el campo de la cultura, la ciencia, la política, el deporte o en defensa de los derechos sostenidos por la Constitución Nacional y por la Constitución Provincial.
La distinción consistirá en una medalla y un Diploma de Honor que la acredite”.
…La gratitud es de las almas nobles “parafrasea por allí la vida”
…La gratitud enciende alertas de empatía y habla de miradas libres de rencores, prejuicios y prejuzgamientos.

Pero aquella integridad de la que hace gala la gratitud de nuestra historia de hoy, está sellada por esas etapas vulnerables que nos atraviesan y son el preludio, siembra y cosecha de nuestra adultéz, pero que implacablemente necesitan del acompañamiento, contención y guía de adultos con “corazones de gigantes”.

Fotos: Festejos del 50° aniversario Instituto John Fitzgerald Kennedy

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