Rincón de las Efemérides

Un 29 de marzo de 1962 era derrocado Arturo Frondizi

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Un golpe militar destituyó a Arturo Frondizi y dejó al país sin presidente durante 12 horas. «No me suicidaré, no me iré del país, ni cederé», fueron algunas de las palabras con las que, hace 60 años, el presidente constitucional Frondizi explicó a su partido, la UCRI, que él no renunciaría para que los golpistas tuvieran “la excusa” de usurpar el sillón de Rivadavia.

El 29 de marzo de 1962, hace 60 años, el presidente Arturo Frondizi fue destituido de su cargo por un golpe militar. Había llegado a la presidencia el 1 de mayo de 1958, por elecciones democráticas, en reemplazo del general (y mandatario de facto) Pedro Eugenio Aramburu.

La madrugada del 29 de marzo, un grupo militar fue a buscarlo a la Residencia de Olivos, de donde casi no se había movido en varios días, ante los rumores de que sería asesinado. Detenido, lo trasladaron al penal de la Isla Martín García.

Arturo Frondizi y un nuevo golpe militar
Apenas una semana antes, el 18 de marzo, se habían celebrado elecciones para el cargo de gobernador en varias provincias y, además las bancas de diputados nacionales. En varias de ellas, había ganado el peronismo, camuflado bajo el partido Unión Popular entre otras agrupaciones. Entre ellas, en la provincia de Buenos Aires, a donde desembarcaría el sindicalista textil Andrés Framini.

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Frondizi tuvo reuniones individuales con Ernesto «Che» Guevara y Fidel Castro, a puertas cerradas.
Ante los resultados electorales de boca de urna, los doce militares que tenían varias secretarías y subsecretarías en el gabinete presidencial de Arturo Frondizi comenzaban a agitarse: “Otra vez peronismo, no”.

El Comando de la Fuerza Aérea le exigió al presidente Frondizi que anulara las elecciones, interviniera todas las provincias en donde se había votado, derogara la ley sindical y disolviera el Congreso de la Nación.

Arturo Frondizi, en cambio, estaba dispuesto a aceptar la intervención a las provincias en las que había ganado el peronismo, convocar a nuevas elecciones y nombrar un gabinete de unidad nacional.

Las 4 herramientas que usó Frondizi para controlar la hiperinflación y terminar con deflación

Frondizi y el acuartelamiento militar
A modo de respuesta, los jefes militares dispusieron el acuartelamiento de todas las tropas y derrocaron a Oscar Alende, entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires. El comandante de infantería Guillermo Salas Martínez se autoproclamó gobernador de la provincia de Buenos Aires.

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El presidente de EE.UU, John. F. Kennedy lo respaldó cuando supo sobre el intento militar de derrocarlo.
La Marina le exigió la renunció al presidente Frondizi, pero él dijo que no estaba dispuesto a renunciar. Y esta fue la primera de las tres veces que, en esos días turbios, se negaría a renunciar a su cargo, incluso cuando se lo pidió Pedro Eugenio Aramburu, su antecesor golpista, que apareció como mediador entre la cúpula militar y el poder presidencial resquebrajado.

En la pulseada de esa semana que tuvo en vilo al país, las fuerzas armadas se reunieron con José Cáceres Monié, secretario general de la Presidencia, para que le transmitiera al presidente Frondizi que, además de la intervención de todas las provincias en las que había ganado el peronismo, exigían la renuncia y el exilio de Rogelio Julio Frigerio.

A sesenta años del derrocamiento del presidente Arturo Frondizi

Arturo Frondizi, los militares y Rogelio Frigerio
Rogelio Julio Frigerio era el Secretario de Relaciones Socio-Económicas, cofundador con Frondizi del Movimiento de Integración y Desarrollo y el hombre que había logrado el apoyo electoral del peronismo proscripto, en las elecciones de 1951 que lo habían llevado al poder. Pero sobre todas las cosas, era la mano derecha de Frondizi, el autor de la política económica desarrollista que Frondizi impulsaba y generaba descontento social.

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Con Rogelio Frigerio, fundadores del MID; el primer requisito de los golpistas fue que lo hiciera renunciar y exiliar.
Apenas 24 horas más tarde, mientras el presidente Frondizi recibía el apoyo de John Fitzgerald Kennedy, de boca de su embajador en Argentina, Robert McClintock, el presidente provisional del Senado, José María Guido primero en la línea sucesoria (el vice, Alejandro Gómez, había renunciado a los seis meses de asumir), se alineaba democráticamente y decía en público: «No hay legalidad sin Frondizi».

Las 62 Organizaciones sindicales del peronismo convocaron a una huelga general para el 22 de marzo, en defensa de las instituciones y en respeto al voto soberano del pueblo.

El poder de un presidente
Lo único que lograría negociar Frondizi fue que su sucesor no fuera un militar. No quería “disfrazar” el golpe de estado con su propia renuncia. Por eso, cuando José María Guido lo llamó para decirle que se iba de vacaciones a Viedma, en medio de la hecatombe, le pidió que no se moviera y, sobre todo, que no abriera más la boca.

«De ninguna manera aceptaré ocupar el sillón presidencial», le había dicho José María Guido a la prensa; sin embargo, era precisamente el hombre más legalmente potable para sucederlo a Frondizi en su cargo.

El 27 de marzo, Frondizi le escribió una carta a Alfredo García, presidente de la UCRI, explicando que no renunciaría a su puesto democrático para evitarles a los militares el disfraz cívico de defensores de la patria: si querían usar la fuerza para usurpar el poder, tendrían que usarla para sacarlo. Allí fue cuando escribió sus famosas palabras: «No me suicidaré, no me iré del país, ni cederé».

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Hasta último minuto se negó a renunciar: no quería que su dimisión «tapara» la inconstitucionalidad de la movida militar.
“Se aproximan horas difíciles para el país. Si no se supera esta crisis, lo serán mucho más aún. Por mi parte, trato de evitar esa perspectiva de sangre y encono para mi Patria. No renuncio para no abrir el cauce a la anarquía; pero si pasan por encima de mi voluntad, si me arrojan del gobierno o me eliminan físicamente, quiero que el pueblo todo conozca la realidad de lo ocurrido, para que pueda aprender la lección de la historia”, continuaba la misiva firmada por Arturo Frondizi.

Arturo Frondizi y la represión del estado
Con todo, de inmediato nació algo que ya parecía haberse superado, el Plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado), el primer plan de terrorismo de estado y represión sistemática que se implementó en la Argentina y que, había comenzado como información clasificada durante la gestión de Arturo Frondizi.

El plan CONINTES, que reprimía huelgas, protestas callejeras, sabotajes y desde luego hechos terroristas de los nuevos sectores más violentos del peronismo, entró secretamente en vigencia mediante el Decreto 9880/58, pero se hizo público en 1960, mediante la sanción de los decretos 2628 y 2639.

Durante su corta gestión post Frondizi, el presidente José María Guido los derogaría, para lograr la pacificación nacional.

El golpe militar y la siesta de Frondizi
Contra la voluntad del comandante del Ejército general Raúl Poggi, que quería a toda costa ser presidente de facto, la cúpula militar tenía como última opción, la voluntad de Frondizi de dejar en el cargo al presidente del Senado, José María Guido.

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Su mandato continuó al del militar Pedro Eugenio Aramburu, que terminó mediando en el golpe de Estado de 1962.
La cúpula militar solicitó audiencia con Frondizi, presidente los citó a las 17 y luego se fue a dormir su clásica siesta, con la orden expresa de que sólo debían interrumpirlo cuando llegaran los militares.

Y fue así, sólo se despertó para decirle a las visitas que, si querían removerlo, el procedimiento legalmente correcto era el juicio político en el Congreso. Y dio por terminada la reunión.

De inmediato le pidió al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Julio Oyhanarte que hiciera lo posible para “aplicar la ley de acefalía”, con lo cual la presidencia vacante recaería en el primer civil de la línea de mando, José María Guido.

El golpe del 29 de marzo de 1962
A las 2.30 de la mañana del 29 de marzo de 1962, Frondizi dormía cuando el almirante Gastón Clement, secretario de la Armada, llamó para decirle que se había resuelto derrocarlo: “Lo lamento mucho, pero yo no puedo hacer nada y dentro de un rato lo va a visitar el jefe de la Casa Militar”.

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Llegó a la presidencia el 1 de mayo de 1958, con el voto popular; el peronismo estaba proscripto, pero hubo un pacto.
Media hora más tarde, no llegó a Olivos “el jefe” sino el flamante ministro de Defensa, Rodolfo Martínez (que había “impuesto” el propio Pedro Eugenio Aramburu en su mediación) y el doctor Mariano Grondona, entonces abogado asesor de la Marina y con los años, periodista. Arturo Frondizi los recibió en su dormitorio:

“Yo no voy a renunciar. Y las Fuerzas Armadas o no quieren o no pueden derrocarme. Así no es posible seguir. Creo que una forma de resolver esta situación es que me destituyan y me metan preso”.

A las 7:45, un vehículo abandonaba la residencia presidencial, rumbo al Aeroparque Metropolitano. En él viajaba el presidente depuesto, un custodio y el capitán de navío Eduardo Lockhart, Jefe de la Casa Militar.

En el medio, Frondizi tuvo tiempo de decirle a Martínez que tratara «por cualquier medio, de hacer que Guido asumiera el gobierno».

Un avión de la Marina lo llevó hasta la isla Martín García, en donde debía quedar detenido y recibir “un trato acorde a su condición de ex presidente”, según había solicitado por comunicación telegráfica el mismo Lockhart.

Argentina: 12 horas sin presidente
Durante doce horas aproximadamente, hasta las 16 horas del 29 de marzo, Argentina no tuvo presidente. En el tire-y-afloje cívico-militar, se barajaron montones de nombres, desde –otra vez- Pedro Eugenio Aramburu hasta el Nobel de Medicina Dr. Bernardo Houssay.

La versión más difundida es que el juez Julio Oyhanarte convenció “a los golpistas de que la opción jurídicamente más potable era “Guido o la dictadura militar”.

Guido dudó hasta último minuto: absolutamente fiel a Frondizi, hubiera deseado tener su venia, porque sabía que la Unión Cívica Radical Intransigente lo consideraría un traidor. Entonces, Guido pidió al Juez Oyhanarte que la Corte le tomara el juramento para asumir la Presidencia.

Y así se hizo. Dicen los cronistas, que a las 16 horas del 29 de marzo de 1962, Guido juró sobre una Constitución, reprimiendo las lágrimas y que luego abrazó a Oyhanarte. Uno de los presentes entonces comentó: “Podemos decir, como Cicerón, que hemos salvado la República violando la ley”. Pero otro le respondió: “Se equivoca Cicerón, porque quien salva a la República nunca puede estar violando una ley».

Mientras tanto, los militares golpistas, con el general Raúl Poggi a la cabeza, entraban a la Casa Rosada, en un último intento de ocupar el sillón de Rivadavia. Se dijo incluso, que al enterarse de la jura de Guido, pensaron en rodear el Palacio de Justicia. Ya era demasiado tarde, pero tampoco se la harían fácil a José María Guido y exigirían su “derecho a cogobernar”.

¿Quién fue Arturo Frondizi?
Arturo Frondizi fue un abogado radical de la primera hora que, en la década del 40, lideró un cambio de aire al delinear el Movimiento de Intransigencia y Renovación.

Presidentes CFK Alcorta Frondizi
Arturo Frondizi falleció el 18 de abril de 1995.
En 1951, fue el compañero de la fórmula presidencial de Ricardo Balbín, derrotada por la lista encabezada por Juan Domingo Perón.

De todos modos, tras la Revolución Libertadora en la que los militares Eduardo Lonardi primero y luego Pedro Eugenio Aramburu ocuparon la presidencia de facto, Frondizi se separó de Balbín y formó la Unión Cívica Radical Intransigente, más enérgica en cuanto a no dar apoyo a los militares que se autoproclamaban presidentes del país.

Tal es así, que precisamente Frondizi y Balbín volvieron a medirse en las elecciones de 1958, pero ya entonces en partidos diferentes. Y Frondizi ganó atrayendo los votos del peronismo, que estaba proscripto.

“Debemos alcanzar el autoabastecimiento energético, basado en la explotación de los yacimientos de petróleo y carbón y la utilización de la potencia hidroeléctrica. Ello nos permitirá ir sustituyendo gradualmente las importaciones de combustibles que en 1957 han insumido la cantidad de 318 000 000 de dólares”, dijo Frondizi en el Congreso de la Nación, el día en que le pusieron la banda presidencial.

No sonaba a nuevo, ya que lo venía anticipando desde la publicación de su best seller Petróleo y política (1954), que magnificaba el rol de YPF en el monopolio petrolero del país, preludio de sus encendidas críticas a los contratos petroleros que a su turno firmó el presidente Perón con la empresa estadounidense Standard Oil.

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Arturo Frondizi, en la planta de SOMISA, San Nicolás.
De todos modos, en un país en el que más fácil que hacer es decir, y mucho más difícil aún gobernar rindiendo cuentas a las fuerzas armadas, el viraje de Frondizi hacia el desarrollismo (impulsó a las industrias pesadas que requieren mayor capital, menor mano de obra y son las que más repercuten en el ambiente), terminó costándole caro.

A pesar de su credo estatista, el 24 de julio de 1958, el presidente Frondizi anunció públicamente un volantazo: “la batalla del petróleo”. Si Argentina gastaba 15.600.000 toneladas anuales de petróleo pero sólo podía producir un tercio, el resto había que importarlo. O, en su defecto, sacarlo del fondo de la tierra argentina o del lecho marino nacional trayendo a empresas extranjeras que vinieran con su dinero y sus máquinas a solucionar nuestro problema. Desde luego, se quedarían con buena parte de esas ganancias.

Lo que siguió fueron conversaciones a puertas cerradas, presiones multinacionales, portazos, huelgas obreras, protestas universitarias, e incluso atentados en los que murieron militares y también civiles.

Con los integrantes de su propio gabinete haciendo lobby para que pusiera freno a su cambio ideológico, prácticamente el único que lo respaldaba era Rogelio Julio Frigerio.

Petróleo «sea como sea»
Con mucho en contra, el proceso de sustitución de importaciones para “autoabastecerse sea como sea” funcionó. Se produjo un record histórico de llegada de capitales extranjeros, y crecieron no sólo la industria petrolera sino también la automotriz, la petroquímica, la química, la metalúrgica y la producción de maquinarias eléctricas y no eléctricas.

La Argentina parecía pujante en materia económica. Hasta que fue derrocado por el golpe militar, entre 1958 y 1962, la producción nacional de petróleo y gas natural aumentaron 150% los valores anteriores. El “sea como sea” había resultado y Argentina pasó de ser importador de petróleo a exportador.

En ese mismo lapso, la industria petroquímica recibió una inversión de US$ 140 millones.

Por las calles argentinas comenzaron a circular las primeras marcas de automóviles familiares: Citroën, Decaroli, Deutz Argentina, Peugeot, Renault. Y nació otra que sigue siendo mítica, sinónimo de fortaleza y de logro nacional, Siam Di Tella Automotores.

Durante su gobierno, Frondizi aceptó la propuesta del presidente Kennedy de mediar entre Cuba y Estados Unidos en la “crisis de los misiles”. En ese marco, Ernesto “Che” Guevara lo visitó en la Quinta de Olivos, en agosto de 1961, en donde mantuvieron una reunión a puertas cerradas. También se entrevistó con Fidel Castro, viajó a

Frondizi, además, logró que Argentina, siendo parte interesada, fuera uno de los firmantes del Tratado Antártico que se rubricó en Washington el 1 de diciembre de 1959, y que favoreció a nuesetro país al mantener a la Antártida como zona libre de conflictos, sin pruebas nucleares ni residuos radiactivos.

Fuente cronología de los hechos: Perfil

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